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¿Por qué los jóvenes ya no quieren sacarse el carnet de conducir?

¿Por qué los jóvenes ya no quieren sacarse el carnet de conducir?

¿Por qué los jóvenes ya no quieren sacarse el carnet de conducir?

La generación digital cumple los 18 sin la ansiedad por sacar un carné que sus mayores identificaban con la libertad. Prefieren un buen móvil y eso alarma a fabricantes de coches y autoescuelas

Terminaban el COU, aprobaban la Selectividad y se lanzaban como náufragos sedientos al asalto de las autoescuelas. Primero la teórica, daba igual que no se entendiera nada, lo importante era responder bien a las preguntas. Después la práctica, que ya imponía más respeto. Aquellos jóvenes curtidos en mil evaluaciones, aún con las huellas de la adolescencia en sus rostros, temblaban angustiados ante la sola idea de pisar una línea continua y suspender el examen final. Se jugaban mucho. Ni más ni menos que la libertad.
Para gran parte de ellos tener un coche no solo era un símbolo de prestigio sino también un primer peldaño hacia el sueño dorado de la independencia. Por fin podrían marcar distancias con la familia y viajar con los amigos hacia la puesta del Sol con la música alta y las ventanillas bajadas, casi como en los anuncios de la televisión. Era algo parecido a la felicidad.

Pero llegó la crisis económica y todo cambió. Según datos de la DGT, en 2008, año en el que comenzó la recesión, la cifra de nuevos conductores en España alcanzó su máximo, con 873.587. Doce meses después, esta cantidad se había visto reducida a 533.189. En la última década el número de jóvenes de entre 18 y 25 años que se han sacado el permiso de conducir ha bajado en más de un 40%.
En un principio se achacó el descenso a la crisis y los datos parecieron ratificar esta opinión. Cuando en 2014 la economía comenzó a salir del pozo, hubo un repunte de matriculaciones en las autoescuelas, pero en 2017 volvieron a bajar. Aunque en 2018 se vivió un nuevo aumento, las cifras no terminan de remontar y ya hay quien piensa en otras causas. Entre ellas, que los jóvenes están perdiendo el interés por sacarse el carné. Su mentalidad ha cambiado y ya no lo consideran una prioridad.
Esta es una de las hipótesis que está analizando la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones, Anfac, para tratar de explicar la constante caída de ventas de vehículos en España. Según la asociación, tras la contracción de la demanda, que proseguirá a medio plazo, se ocultan razones poderosas como el descenso demográfico o una mayor concentración de población en las ciudades, donde el coche no es tan necesario como en las zonas rurales. Una tercera causa, señala Noemi Navas, portavoz de Anfac, puede ser «un cambio en los hábitos de consumo de los jóvenes». «No tenemos claro si es porque no quieren o porque no pueden tener un vehículo, no sabemos si hay una parte económica o si la dificultad para moverse en coche por las zonas urbanas, junto a las ofertas de movilidad que encuentran, les lleva a tener otras prioridades a la hora de gastar su dinero, como las nuevas tecnologías o viajar», admite.
Los primeros en pisar el freno fueron los ‘millennials’, los que llegaron al mundo entre 1981 y 1993. Les ha tomado el relevo la generación Z, de la que forman parte los nacidos entre 1994 y 2010. Es la primera auténticamente digital, ha crecido en un mundo en el que, como dice Iñaki Ortega, director de Deusto Business School, que ha analizado las características de estos jóvenes, «la tecnología y su democratización han abaratado muchísimo el ocio». Para ellos, añade, el entretenimiento «ya no es un objetivo al que se puede aspirar, sino que forma parte de su vida». Si hace años su prioridad era encontrar un trabajo, ahora lo que buscan, además de un empleo, es ocio.
Si se les da a elegir, optan por un buen móvil en lugar de un coche que, por otra parte, es un pozo sin fondo. Según revela la fundación Creafutur en un estudio sobre la movilidad en Barcelona, el coste de tener un vehículo en propiedad (teniendo en cuenta la adquisición, el seguro, el mantenimiento, el carburante o el parking, entre otros) «es de 16,62 euros por hora de uso, es decir, 3.284,67 euros al año». Es un dinero que los miembros de la generación Z prefieren invertir en lo que realmente les importa, en ocio si es posible.

Cambio de imagen

«Un vehículo ya no representa la independencia y la libertad de los jóvenes, ahora el elemento de prestigio es el móvil», sostiene Martí Jofre, CEO de la consultoría especializada en movilidad Factual y uno de los autores del estudio. Son las redes sociales y no cuatro ruedas las que les mantienen conectados con los suyos. «Un joven ya no necesita conducir para ir a la playa y estar con los amigos», dice Jofre. El punto de encuentro es internet.
Para los jóvenes de la generación Z el coche ha dejado de ser un símbolo de conexión e incluso puede llegar a ser un estorbo que les impide mantener una vida social fluida. «Mientras conducen no pueden estar mirando el móvil, tienen la sensación de que están perdiéndose cosas, de que no están en el meollo, les resulta más fácil moverse en tren o en autobús porque así van conectados», recalca Martí Jofre.
Uno de los rasgos que caracterizan a los nativos digitales es la inmediatez. «La tecnología ha hecho que todo sea rapidísimo y fugaz, por eso quieren aprovechar al límite cada minuto», afirma Iñaki Ortega. La fugacidad está de moda en redes sociales de éxito como Snapchat, donde su contenido desaparece al cabo de un tiempo determinado. Quien no preste atención y esté, por ejemplo, al volante de un coche, nunca podrá ver lo que han compartido sus amigos porque habrá dejado de existir cuando llegue a su destino.
«Sí estamos notando el descenso, el número de centros está bajando. La gente no tiene la misma ilusión por sacarse el carné», reconoce Iñigo Montenegro, vicepresidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas. Cada vez están más lejos los tiempos en los que estas academias se transformaban en verano en una prolongación de los institutos de enseñanza. Ahora son otros los que se matriculan, gente algo más madura, con trabajo y un proyecto de familia. «La edad de obtención del permiso de conducir se ha retrasado», revela Montenegro.

Para otro momento

No es que no quieran sacarse el carné, es que prefieren dejarlo para otro momento porque tienen cosas mejores que hacer. Eso es al menos lo que se deduce del estudio elaborado por la fundación Creafutur. Los resultados obtenidos a través de una encuesta a 3.000 barceloneses han aportado el dato inesperado de que, a pesar del descenso de poseedores de un carné de conducir, el vínculo entre los jóvenes y el vehículo privado se mantiene. Según el sondeo, el grupo de población de entre 18 y 29 años es el más convencido de que tendrá un coche de aquí a una década. «De momento no van a sacar el permiso, pero cuando tengan trabajo y familia piensan comprarse un coche», explica Martí Jofre.
Este hecho, que podría extrapolarse al resto de las ciudades españolas, explica el envejecimiento de los alumnos de las autoescuelas. «La vida va cambiando. Antes un coche era libertad e independencia, pero ahora la gente selecciona más lo que hace y solo obtiene el carné cuando sabe que lo va a necesitar», confirma Montenegro. Aunque al final, puntualiza, «todos tienden a sacárselo».
Mientras llega el momento, los jóvenes utilizarán cada vez más a menudo modelos de movilidad como bicicletas, patinetes o coches compartidos. «Para nosotros, las generaciones maduras, coger un Blablacar es una novedad, algo moderno, pero para ellos es normal», dice Iñaki Ortega. Es una tendencia que, según Martí Jofre, «va a ir a más a medida que aparezcan alternativas a los coches».
Toca amoldarse a los tiempos y a los nuevos hábitos de consumo. «Quizás las autoescuelas tengamos que transformarnos», se resigna Iñigo Montenegro. «Tendremos que adaptarnos al mercado con vehículos de mayor valor añadido y más modelos eléctricos», pronostica la portavoz de Anfac. Cualquier cosa con tal de atraer a una generación que ya no lleva la libertad sobre cuatro ruedas. Ahora la tiene en su bolsillo, en su móvil.

Una chica muestra las llaves de su coche.
Una chica muestra las llaves de su coche. 
Nuevos consumosLa generación Z, punta de lanza de la economía colaborativa

Desde el año 2014 los jóvenes ya pasan más tiempo navegando con el móvil que viendo la televisión. Para ellos, los primeros puramente digitales de la historia, internet es su elemento, el lugar donde encuentran información, se comunican con los amigos y realizan sus compras. La generación Z ya ha comenzado a acceder al mundo del empleo y en los próximos años será mayoría entre los consumidores. Los mercados, y también las ciudades, tendrán que evolucionar a imagen y semejanza de los nuevos ciudadanos si quieren llegar a ellos.
Las características de la generación Z se resumen en cuatro palabras que comienzan por ‘i’: internet, irreverencia, inmediatez e incertidumbre. Estos jóvenes tienen un mayor compromiso social que sus padres, aunque se muestran escépticos respecto a temas políticos y más comprometidos con la sostenibilidad de la Tierra. Cuando acceden a un empleo lo primero que hacen es preguntar a sus jefes por las vacaciones. No aspiran a tener un sueldo elevado ni sueñan con un piso en propiedad, al menos a corto plazo. Son la punta de lanza de la economía colaborativa, que huye del concepto de propiedad tradicional, y ello incluye a los coches.

La caída

Las razones
La crisis y la baja natalidad son los argumentos habituales usados para explicar la disminución de jóvenes con carné de conducir. Ahora se habla de otra causa: un cambio de prioridades.
195.072
jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 20 años sacaron en 2017 el carné de conducir de tipo B, el de turismos. En 2007 el número de aprobados con esa franja de edad fue de 325.000.
269
autoescuelas menos. Es el balance de centros de formación vial que han cerrado en España entre 2016 y 2018. A finales del año pasado el sector contaba en nuestro país con un total de 5.828 empresas.
Un pozo sin fondo
Un vehículo en propiedad es una máquina a la que hay que tener siempre alimentada con dinero. Según la fundación Creafutur, entre la adquisición, el seguro, el carburante, el mantenimiento o el parking, un coche viene a costar 16,62 euros por hora de uso