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Los feriantes parece que no existimos, desde los carnavales no vemos un euro

 
 
 

Cesáreo González: «Los feriantes parece que no existimos, desde los carnavales no vemos un euro»

 

A pesar de la reapertura gradual de la economía, su familia da la temporada por perdida

 

Si el coronavirus no hubiera entrado de lleno en nuestra sociedad, Cesáreo González Fernández y sus hermanos estarían en plena temporada alta de ferias. En los fines de semana más potentes del verano reparten hasta nueve caravanas para la venta de churros por toda Galicia bajo la marca Churrería Hermanos González. Sin embargo, ahora lleva desde mediados de marzo cruzado de brazos en su vivienda situada en Laioso, en el municipio ourensano de Vilar de Santos. «Nuestra situación es muy fastidiada. Nadie se acuerda de nosotros y los feriantes parece que no existimos para nadie, pero desde los carnavales no hemos ingresado ni un euro», explica Cesáreo González.
Por el camino se han quedado para este negocio familiar celebraciones en abril como el San Marcos, en Noia, a donde acudían cada año. «En abril y mayo teníamos ocho fiestas planificadas, una por fin de semana», indica el feriante ourensano. Las perspectivas no mejoran el panorama que se le plantea a él y a su familia. «En verano, nosotros solemos trabajar mucho la zona de la playa en A Coruña y en Pontevedra. La temporada la damos por perdida», explica. A corto plazo, su ruta habitual de cada verano tenía apuntado en rojo en el calendario fiestas como las de Sada, Arteixo, O Burgo, Panxón, el Boi de Allariz o las de Ourense. Entiende que la solución no es sencilla, pero apunta a un modelo de fiestas con recintos vallados y aforo limitado. «De alguna manera hay que sobrevivir, porque pasan los días y no tenemos ingresos. Llevamos toda la vida en esto. Es un negocio al que ya se dedicaban mis bisabuelos y ahora están mis hijos y sobrinos», concluye

Si el coronavirus no hubiera entrado de lleno en nuestra sociedad, Cesáreo González Fernández y sus hermanos estarían en plena temporada alta de ferias. En los fines de semana más potentes del verano reparten hasta nueve caravanas para la venta de churros por toda Galicia bajo la marca Churrería Hermanos González. Sin embargo, ahora lleva desde mediados de marzo cruzado de brazos en su vivienda situada en Laioso, en el municipio ourensano de Vilar de Santos. «Nuestra situación es muy fastidiada. Nadie se acuerda de nosotros y los feriantes parece que no existimos para nadie, pero desde los carnavales no hemos ingresado ni un euro», explica Cesáreo González.
Por el camino se han quedado para este negocio familiar celebraciones en abril como el San Marcos, en Noia, a donde acudían cada año. «En abril y mayo teníamos ocho fiestas planificadas, una por fin de semana», indica el feriante ourensano. Las perspectivas no mejoran el panorama que se le plantea a él y a su familia. «En verano, nosotros solemos trabajar mucho la zona de la playa en A Coruña y en Pontevedra. La temporada la damos por perdida», explica. A corto plazo, su ruta habitual de cada verano tenía apuntado en rojo en el calendario fiestas como las de Sada, Arteixo, O Burgo, Panxón, el Boi de Allariz o las de Ourense. Entiende que la solución no es sencilla, pero apunta a un modelo de fiestas con recintos vallados y aforo limitado. «De alguna manera hay que sobrevivir, porque pasan los días y no tenemos ingresos. Llevamos toda la vida en esto. Es un negocio al que ya se dedicaban mis bisabuelos y ahora están mis hijos y sobrinos», concluye.

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