Así es la vida de los feriantes en Mendizabala

Los feriantes no descansan. Aunque la música no suene, las luces estén apagadas y las barracas no estén en funcionamiento, estos profesionales no dejan de trabajar.

El Recinto Ferial de Mendizabala acoge a decenas de feriantes estos días. Gracias a estas personas, tanto el público infantil como las personas adultas, podemos disfrutar de barracas, churrerías, tómbolas o bingos.

Esta profesión que, de puertas para fuera parece divertida, conlleva muchos sacrificios y diariamente son muchas las tareas que desarrollan para tener todo listo. Sin embargo, dentro de ese esfuerzo hay algo que engancha. El de feriante es un oficio que pasa de generación en generación.

José, Moha, Endika, Iciar, Ana y Rafa son algunas de las personas que estos días residen en Mendizabala. Desde sus vivencias nos cuentan como es su día a día.

Una vida sobre ruedas

La vida del feriante es una vida nómada. Se pasan largas temporadas lejos de su hogar y durante gran parte del año su casa es rodante.

Ser feriante equivale a ir de ciudad en ciudad, de fiesta en fiesta, entreteniendo y llenando de ilusión diferentes recintos feriales. En muchos casos, comienzan su particular ruta con las Fallas de Valencia y la concluyen con los carnavales, por lo que apenas cuentan con dos semanas de vacaciones.

Estas personas hacen vida en una autocaravana. En ellas, no falta ningún tipo de detalle y todo es muy parecido a lo que podríamos encontrar en una casa: Una cocina, dos habitaciones, una pequeña sala de estar y un baño. Algunas incluso lucen un pequeño porche: “Prácticamente son casas sobre ruedas, son 80m² habitables”.

Mendizabala les acoge durante prácticamente un mes. La mayoría de feriantes llegaron a Vitoria-Gasteiz a mediados de julio tras trabajar en las fiestas de otras localidades como Pamplona o Barakaldo: “Cada atracción y puesto lleva varios días de montaje detrás, por lo que venimos con tiempo”.

Tras ser parte de las fiestas de La Blanca, los feriantes se dirigirán a Bilbao, Torrelavega, Donostia y Amurrio entre otras ciudades: “Estando aquí, nos toca realizar tramites con ayuntamientos”.

En muchos casos, los trabajadores vienen acompañados por sus hijos, por lo que les toca organizarse con ellos: “Ahora que están de vacaciones, es más fácil”, cuenta Ana de la Nube.

Ser feriante más que un oficio, es un estilo de vida.

Galería de Fotos

Pincha en las fotos para verlas más grandes y utiliza las flechas para verlas todas:

El día a día en las barracas

El de feriante es un trabajo muy exigente y de horarios muy amplios. La jornada en Mendizabala arranca muy pronto. Pese a que no abre al público hasta las 17:00 horas, los feriantes dedican la mañana a distintas labores necesarias para que esté a punto todo cada día.

Limpiar, recibir a proveedores, ir a comprar género y realizar trabajos de mantenimiento son algunas de las labores que se llevan a cabo desde primera hora de la mañana.

A las 9 ya hay quien se pone manos a la obra: “Hasta las 2 del mediodía nos dedicamos a la puesta a punto de las barracas, hay que probarlas antes de la apertura. Alargamos la comida hasta las 5 y ya recibimos a las primeras personas”, cuentan José y Moha de la atracción Spider y procedentes de Zaragoza.

En Vitoria-Gasteiz no abren por la mañana y eso les da más flexibilidad: “En otras ferias nos toca compaginar el tener el negocio abierto con todos los tramites que tiene que realizar cualquier tipo de autónomo. Aquí hay mucho más trabajo del que se ve”, matiza Ana.

El horario de cierre depende del ambiente que haya en el recinto. Hay atracciones que ya cierran para la 1 de la madrugada y otras que lo alargan un poco más. En el caso de la oferta hostelera pasa lo mismo: “Nosotros estamos cerrando la churrería sobre la 1 y media o las dos”.

“Después de los fuegos artificiales la gente está un rato más por aquí. Luego se van a vivir la fiesta al centro de la ciudad”, cuenta Endika de la Churrería Yosune.

De generación en generación

Casi todos los feriantes son parte de sagas familiares que transmiten de padres a hijos. Su vida transcurre de feria en feria, montando sus barracas y puestos de comida, trabajando mientras otros disfrutan.

Pese a los sacrificios que supone ser feriante hay relevo y son muchos los jóvenes que deciden seguir con el negocio familiar.

Son muy pocos los que se atreven a iniciarse en este mundo sin haber tenido un contacto previo: “En todo el recinto ferial solo hay un puesto que ha entrado nuevo, esto te tiene que gustar. En mi caso soy la quinta generación, así que fíjate si hay relevo o no”, cuenta el bilbaíno Endika.

José, del bingo de la feria, lleva 14 años trabajando en su puesto. Un negocio familiar que comparte con su pareja y los padres de esta: “Yo no había tenido contacto con este mundillo, conocí a mi mujer y entré en el negocio”.

Por su parte, la barcelonesa Iciar, lleva 16 años viniendo a Vitoria-Gasteiz con su puesto de comida mexicana. Ella cree que, si naces y creces en el mundo de la feria, es muy raro no seguir vinculado a él.

Clica en la siguiente foto y consigue tu presupuesto sin ningún compromiso. Con todo ello te ofreceremos los mejores productos, el mejor trato, las mayores coberturas y todo a un precio razonable.

Enlace para acceder a la noticia original. FOTOS: la vida nómada de los feriantes de Mendizabala (gasteizhoy.com)