Córdoba vive sus primeras horas de feria. Y un equipo de COPE Andalucía pasa una mañana con los feriantes para saber cómo son sus vidas en esta temporada

Así es la vida de un feriante: Una casa insonorizada dentro de la feria y pocas horas de sueño

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Se ha criado entre fichas. Debajo de un mostrador. Y como no podía ser de otra forma, cuando creció, decidió seguir con el negocio familiar. Ahora, su atracción es todo un clásico de las ferias. Uno de esos “cacharritos” con el que disfrutan niños… y no tan niños: Los coches locos.

Enrique Ortiz es el dueño de los coches locos “Autopista Andalucía”. En la temporada de ferias, vive en una caravana de sesenta metros cuadrados junto a otros tres compañeros. “El orden es fundamental para que la convivencia sea muy buena”.

Como Enrique, miles de feriantes de todo el país, viajan con la casa a cuestas, a las ferias de ciudades y pueblos que en estos meses vivimos en Andalucía.

Queremos saber cómo viven los feriantes, los dueños de las atracciones en plena feria. Y para saberlo, Enrique nos abre las puertas de su caravana.

En nuestra tierra, la temporada de ferias dura unos siete meses. Empieza con la feria más antigua, la feria de Mairena del Alcor en Sevilla, y terminará en Jaén, con la feria deSan Lucas. En todo ese tiempo, sus vidas son las ferias. Es un oficio que pasa de generación a generación, omo ocurre en la familia de Enrique.

Una casa en plena feria

Son siete meses de convivencia y de mucho trabajo. Aquí, la organización es fundamental. Y la conviviencia. “Trabajamos mucho y nos turnamos”. Mientras unos duermen, otros trabajan. Por eso, la casa está totalmente insonorizada. Tiene que ser así porque está en plena feria: “Piensa que puedes estar durmiendo a las cuatro de la mañana, y a sólo unos pasos, hay cientos de personas, música, etc”.

La caravana de Enrique cuenta con un pequeño porche, dos habitaciones, una cocina y un salón. “Las jornadas de trabajo son largas. Empezamos cuando arranca la noche y muchas veces terminamos prácticamente de día”.

La taquilla, dentro de la caravana

Cuando entramos en la caravana, vemos que una puerta da un pequeño despacho. Allí encontramos una ventana con una persiana. Está cerrada. Enrique la abre y esa ventana se convierte en la taquilla. Al otro lado de la ventana, niños y mayores se acercarán durante toda la feria a comprar tickets y subir a los coches locos.

Es un oficio que pasa de generación a generación

Al lado de la ventana, hay una mesita con una caja de mandos. Y Enrique nos cuenta algo que nos lleva a la infancia. Así, de golpe. Algo que nos recuerda a aquellas tardes de ferian esperando para ir corriendo a subirnos al coche número 3. Era el más rápido. O eso creíamos. Pues es verdad. Aquí, en estos mandos que tiene Enrique en la caravana, regulan la velocidad de los coches de choque.

Lejos de sus familias

Como Enrique, miles de feriantes dejan durante estos meses sus casas. A sus familias y amigos, para ganarse la vida. Algunos como él, tienen su propio negocio. Otros son empleados.

Los hay quienes se llevan a los niños a las ferias durante las vacaciones, como Lola: “¿Qué hago con las niñas?“, nos dice. “Afortunadamente, no trabajo en una oficina. Aquí las puedo traer en verano“. Esas serán sus vacaciones. Como le pasaba a Enrique cuando era un niño y tenía que subirse a una caja de refrescos para llegar al mostrador.

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