Feriantes de Cádiz: «Siempre hemos luchado pero de esto ya es muy difícil que podamos salir»
CRISIS DEL CORONAVIRUS
Feriantes de Cádiz: «Siempre hemos luchado pero de esto ya es muy difícil que podamos salir»
La cancelación de las ferias y fiestas populares lleva a la ruina a cientos de familias de la provincia dedicadas a montar atracciones
«Ni mi abuelo que vivió de esto en la posguerra me ha contado algo así»
Seis meses tienen para darlo todo. Para coger la maleta e ir de pueblo en pueblo por toda la provincia pero también por Andalucía e incluso España y ganar el dinero que les servirá para vivir el resto del año. Sin embargo, y de la noche a la mañana, se han quedado sin nada. Bueno, con menos que nada porque además ahora tendrán que recuperar lo ya invertido sin tener ingresos. Son los feriantes, más de trescientas familias en Cádiz y miles en todo el país, que se han visto en la absoluta ruina por culpa de la maldita pandemia.
Con la llegada del Covid a España y la cancelación primero de las Fallas de Valencia y más tarde
de la Semana Santa y la Feria de Abril de Sevilla ya comenzaron a temer lo peor. El avance de los contagios no cesaba y los ayuntamientos iban tomando uno a uno la decisión de anular sus fiestas. No se podían permitir grandes aglomeraciones de público. Y además, el decreto del Estado de Alarma anunciado por el Gobierno y las medidas de confinamiento ya lo hicieron todavía más imposible. Algo que los feriantes entienden por supuesto por la salud de todos pero que no deja de ser una situación que les ha condenado a la quiebra, cuya salida tampoco ven clara y por ello, piden la ayuda de las administraciones a las que siempre han pagado y prestado sus servicios para que esas fiestas se pudieran celebrar.
Juan Navidad tiene 69 años y como él mismo dice es «feriante de nacimiento» . Cuenta que «jamás se había visto en una situación así». A punto de jubilarse y dejarle el negocio de sus atracciones infantiles a su hijo se resiste a despedirse de esta forma. «Nos tienen que ayudar de alguna manera, justo empezábamos la temporada y habíamos invertido nuestros ahorros en poner todo a punto y pagar las tasas… ¿qué vamos a hacer?», lamenta.
Un feriante está acostumbrado a ‘invernar’. Es decir, trabajan normalmente desde abril a octubre, los meses de las celebraciones de ferias y fiestas en los pueblos. Después echan el cierre, retiran sus atracciones a naves y allí las siguen cuidando, manteniendo, actualizándolas, poniéndolas a punto, para volver a sacarlas una vez que comience de nuevo la temporada. Y este año, el Covid las dejará bajo llave. Y a ellos los dejará sin poder cobrar. Absolutamente nada.
«Yo iba a empezar en Vejer, luego Mairena, después Sevilla, Jerez, El Puerto, Sanlúcar y Granada… y ya ninguna». Y con muchos de esos gastos ya consumidos de los ahorros de la temporada anterior. Como por ejemplo el pago por adelantado de ferias como la de Sevilla o Córdoba, además de las altas de trabajadores, seguros, inscripciones en el boletín de Industria, cuota de autónomos, revisiones, controles, certificados… de un negocio del que come normalmente muchas personas. «Somos empresas familiares. Aquí no hay un solo perjudicado. En la mayoría de los casos es toda la familia la afectada», cuenta Juan. «Sé que ya hay compañeros acudiendo a asistencia social o buscándose otros empleos para poder seguir adelante».
El coronavirus ha atacado fuerte a este sector. «Nos ha roto por la mitad. Imagínate llevar esperando meses ya el comienzo, locos por empezar y, de repente, todo el presupuesto que tenías previsto se va». Además algunas de estas inversiones salen de préstamos o créditos cuyo dinero devuelven una vez que empiezan a tener sus ganancias. «¿Y ahora qué?», se pregunta este veterano feriante cuyos inicios arrancaron en un Cádiz antiguo con la feria del frío o montando su atracción en El Polvorista en El Puerto cuando vivían en las mismas casetas y se trasladaban a duras penas. «Estamos acostumbrados a los apuros pero jamás en la vida algo como esto. Es insólito».
Tres generaciones
María José Castán tiene 49 años y tanto ella como sus dos hermanos se han dedicado siempre a ‘hacer ferias’. «Nací en Alicante, en la feria, soy ya la tercera generación», cuenta orgullosa. Su negocio son los puestos de algodón de azúcar, una golosina completamente asociada a estas fiestas populares. Y en su caso la «pesadilla» comenzó antes. Iba a montar en la Semana Santa de Sevilla y después todas las ferias pero ya… nada». «Lo estamos viviendo con mucho miedo y también con la incertidumbre de qué será lo que nos espera después». Ella también había invertido para esta temporada. No solo en su puesto sino también en mercancía como trompetas, tambores, palomitas y las pertinentes reservas y tasas. «Esta temporada la vamos a perder pero… ¿y la que viene después? Con la crisis que se avecina la gente no va a tener para gastar en nuestros negocios… estoy muy asustada, no veo la luz», lamenta.
Como comenta María José una feria sin aglomeración de personas y medidas de distancia «no tiene sentido». Sería incluso un contrasentido en una fiesta donde el compartir con familias y amigos es lo fundamental. «Yo puedo poner metacrilato, geles, decir que estén a dos metros pero… no va a ir nadie». Esta vendedora ya está buscando otro trabajo. «Tengo compañeros que se han ido a la recogida de la fresa, de las moras, otros de transportistas», cuenta. María José, como el resto de estos profesionales, entiende que cuidar la salud de todos es lo primero pero pide que se les escuche y tengan en cuenta. Ayudas como revisar las tasas que tienen que abonar, aplazamientos en los pagos… «que se nos ayude con algo».
Hija y nieta de feriantes conoce perfectamente el sector. «Hemos pasado por diferentes crisis y se han ido campeando pero esto es la nada». «Mi abuelo me contaba lo duro que fue para su negocio la posguerra pero dentro de todas esas necesidades que pasaron, esto es otra cosa porque estamos todos igual de mal yni siquiera podemos ayudarnos entre nosotros». A pesar de todo este panorama y el que se avecina, María José no pierde la esperanza. «El dinero va y viene, solo queremos que nos echen un cable, sabemos que lo importante es salir de esta y poder seguir luchando».
Álvaro Villar también forma parte de la tercera generación de una familia de feriantes. Este tarifeño se dedica desde hace años a montar la atracción de carreras de camellos en las ferias, unas tómbolas con las que cientos de personas disfrutan en el real. A él la crisis sanitaria y la parada en seco de su actividad le ha pillado justo dos semanas antes de darse de alta como autónomo, una circunstancia que encima le ha puesto todavía más difícil el poder optar a las ayudas ofrecidas para ellos. «Trabajo seis meses al año y no me puedo permitir pagar las cuotas todo el año, pero en mi vida laboral y en todos los certificados está más que demostrado que me dedico a esto», lamenta. Ya ha llamado a varias puertas pero, de momento, no ha encontrado a nadie que le escuche. «Los feriantes somos unos olvidados, no contamos para nadie, estamos en un limbo legal que nos deja fuera de todo», denuncia.
Su temporada, «ya echada a perder», empezada este miércoles pasado en Rota. Por delante le quedaban esos meses de trabajo que le dan los ingresos para que él y su familia puedan vivir el resto del año. «Ahora entre las cancelaciones y lo que viene estaremos mínimo unos 18 meses sin trabajar… estamos muy mal».
Álvaro ya piensa también en buscar otro empleo para poder sacar adelante a su hijo. «Encontrar algo ahora va a ser casi imposible… y la mayoría estamos así». En su caso además, con la tómbola, el futuro es incierto. «Yo no le puedo meter medidas de protección, tengo 16 plazas, si las bajo a seis por la distancia de seguridad, lo que gane no me da ni para pagar los premios que damos».
Y además las tasas, claro. «Están muy anticuadas. Tendrían que renovarlas porque ya no es lo mismo cuando la gente tiene a su disposición Amazon o grandes centros comerciales, 24 horas para gastar dinero. Nuestro negocio ha cambiado». Como el resto de sus compañeros pide comprensión. Que se les preste atención. «Entedemos perfectamente el motivo de suspender las ferias. Es por la salud de todos, también la nuestra y de nuestras familias, pero pedimos que se actúe en consecuencia con nosotros. No vamos a tener ningún ingreso y encima te piden pagos por adelantado».
La vida del feriante siempre ha contado con ese factor de inversión y riesgo. «Hemos pasado varias crisis y las hemos aguantado, días de lluvia que no hemos podido montar, pero esto es cero, es perderlo todo. Estamos abandonados pero cuando se encienden las luces todo el mundo se quiere divertir y, entonces, siempre estamos ahí».