Una nueva normativa de seguridad pone en alerta a las pirotecnias gallegas
«No sé cuantas, pero seguro que muchas tiendas van a tener que cerrar. Yo tengo dos y no voy a adecuar ninguna». Lo explica con cierta amargura un empresario de la provincia de A Coruña que ya ha renunciado a efectuar la inversión necesaria para que sus dos tiendas cumplan con la nueva normativa europea que regirá el funcionamiento de los establecimientos de venta de petardos y otros artículos de pirotecnia. Asegura que las nuevas exigencia supondrían un gasto de entre 30.000 y 40.000 euros. Él cerrará las tiendas, pero seguirá vendiendo en la fábrica. Otros se lo pensarán.
Entre otras cosas, la directiva europea que se traspone ahora a la legislación española obliga a las tiendas a dotarse con un almacén independiente para guardar los productos pirotécnicos, acondicionar sistemas de alarma con conexión a una central, y riego automático en caso de incendio. También se incrementan las distancias entre pasillos y puertas o la contratación de un seguro con una cobertura de al menos de 180.000 euros. Todo ello tendrá un notable impacto en una comunidad como la gallega, con una fuerte implantación de estos negocios.
«Habrá que afrontarlo», afirma Santiago López, titular de una tienda en Caldas de Reis: «No me queda otra, porque es mi medio de vida». Este empresario apunta otro problema con respecto a la adecuación de la nueva normativa: «Yo tengo todo el proyecto de reforma en la subdelegación del Gobierno, pero todavía no he recibido respuesta». No es el único que se ha quedado por el momento atrapado en ese limbo; otros responsables manifiestan el mismo problema.
La sensación de inquietud frente a la próxima legislación es común en el sector, que aprecia un descenso en su cifra de negocio durante los últimos años y acusa una cierta presión social frente a su actividad. «La única celebración en la que no se tiran cohetes son los entierros -reflexiona un profesional de Pontevedra-. Donde hay cohetes hay alegría. Deberían tenernos más en cuenta». Entre algunos profesionales crece la sensación de que la sociedad presiona contra las celebraciones que incluyen el uso de la pólvora, pese a la enorme tradición pirotécnica de Galicia; las críticas de animalistas o el impacto medioambiental han jugado en su contra. La normativa se ha ido endureciendo, aunque también ha ido ordenando un sector. Santiago López, el empresario de Caldas, ve en la nueva regulación una oportunidad: «Aunque haya que invertir, también espero que se regule un poco mejor y algunos ilegales dejen por fin de trabajar».
Los fogueteiros gallegos prefieren el color al ruido
«En Galicia gusta mucho más el color que el ruido», explica Melania Busto, de la pirotecnia La Traca, en A Coruña. Como el resto de establecimientos, el verano es la época de mayor venta. Y los clientes son de todas las edades. Se pueden adquirir petardos a partir de los 12 años aunque cada edad tiene su limitación. Hay categorías para mayores de 16 y otras obligan a la mayoría de edad.
Las permanentes inspecciones de la Guardia Civil
En Galicia, cualquier establecimiento recibe al menos dos veces al año la visita de las fuerzas de seguridad
El pasado día 14 se celebró en A Coruña la batalla naval, un espectáculo pirotécnico que moviliza a miles de personas y que es cita obligada en el programa de fiestas de A Coruña. Antes de que saliera el primer cohete, los especialistas tenían preparados 700 kilos de material explosivo distribuido en 5.400 unidades: «Las examinamos una por una», confirma José Luis Suárez, sargento interventor de armas y explosivos de la Comandancia de A Coruña. Fueron siete agentes trabajando durante seis horas en la inspección. Es parte del trabajo de este departamento que, en verano, ve como se dispara el trabajo. Entre el 1 de junio y el 16 de agosto, esta comandancia recibió la notificación de 200 espectáculos cuya parte pirotécnica incluía el uso de más de diez kilos de material explosivo y, por tanto, la obligación de comunicarla a la Guardia Civil. No todos han sido inspeccionados, pero sí una parte: «Apenas sí hemos detectado un par de infracciones», confirma el sargento, que añade que, en general, los vendedores y usuarios son respetuosos con las normas.
El dueño de cualquier pirotecnia sabe que va a pasar, al menos, dos inspecciones al año: «Nunca avisan», confirma un empresario de Pontevedra. El sargento Suárez explica que solo así pueden ser efectivos en sus revisiones.
Cada vez que visitan una de estas instalaciones, se someten a las mismas condiciones de seguridad que exigen a los trabajadores, entre ellas descargar la electricidad estática que pudieran haber acumulado a través del paso por una plancha metálica antes de acercarse al material explosivo.
Negocios que se heredan
Galicia es la segunda comunidad autónoma en España, después de Valencia, con mayor actividad pirotécnica. Y eso se nota en el trabajo de este grupo que, entre otras cosas, comprueba los perímetros de seguridad en los lanzamientos que se producen en los festejos, una medida que, en los últimos años, ha evitado muchos incendios. También comprueban el transporte de estos elementos, su envasado y que realmente contienen el material que marca la etiqueta: «Los profesionales saben muy bien lo que tienen que hacer -explica el sargento- porque la pirotecnia no es un trabajo al que alguien se apunte. En Galicia, las pirotecnias se heredan».
Tampoco es frecuente la venta ilegal de material pirotécnico aunque recientemente en Nigrán una patrulla se incautó de más de seis mil petardos en poder de un vendedor ambulante. Los infractores se exponen a multas muy cuantiosas que pueden llegar a los tres mil euros
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