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Sevilla. Silencio en el infierno

La diversión para la mayoría del mundo significa música, bullicio, luces y sonido. Así son las ferias. En España y en el mundo. La mayoría de nosotros tenemos la capacidad para integrar en nuestro cerebro toda esa cantidad de estímulos. A veces los niños se alteran cuando se sienten sobrepasados por semejante bombardeo sensorial. Con el tiempo, la mayoría lo tolerará sin problemas. Nuestro cerebro es capaz de procesar y de integrar todos esos estímulos, pero no todo el mundo es igual.

No sé si han tenido la oportunidad de relacionarse con una persona que esté en el espectro autista. Sobre ellas solemos tener prejuicios, pero lo cierto es que su forma de sentir el mundo que les rodea no es la misma que la de una persona neurotípica. Lo abordé en este artículo mediante el ejemplo de Manuel, mi vecino.

¿Cómo afrontan estas familias un día de ocio en una feria? Mal. Si habitualmente una persona autista es como si oyera cincuenta canales de radio a la vez, adentrarse en un espacio en el que los decibelios son muy elevados, debe ser una tortura: ansiedad, ataques de pánico e, incluso, dolores. Sin embargo, ¿habría otra forma de facilitar a estas personas y a sus familias disfrutar juntas de un día de atracciones, montarse juntos en un tiovivo, subir a la noria, pescar patos en la feria? ¿Qué necesitan? ¿Qué se puede hacer para conseguirlo? Eliminar las barreras. Pedir silencio.

Parece bastante claro y todos coincidimos en que hay que eliminar barreras cuando de obstáculos físicos se refiere. Cambiar unos escalones por rampa, por ejemplo. También asumimos como sociedad que ciertos elementos deben adaptarse. Los semáforos acústicos son imprescindibles para que las personas ciegas crucemos las calles con seguridad. Son barreras de accesibilidad evidentes, pero la mayoría de nosotros pasamos por alto otro tipo de barreras, que impiden a las personas con autismo participar de una forma más plena en la sociedad, aunque estoy segura de que ir a una feria no es el problema más acuciante que desearía resolver una familia en la que haya una persona con autismo. Pero todo suma. El ocio también.

Pedir silencio en las ferias no es ninguna locura. Ya se ha hecho en la Feria de San Pedro de Alcántara, en Málaga, y el próximo 6 de mayo la popular Calle del Infierno de la Feria de Sevilla estará cuatro horas (de 15 horas a 19 horas) sin música ni luces  fuertes para que las personas con autismo, grandes y pequeños, puedan ir a los cacharritos con sus familias, como cualquiera.

Cuando se quiere, se puede. Y se ha querido, después de que la asociación Autismo Sevilla hiciera esta petición al ayuntamiento hispalense. Es un ejemplo de cómo la voluntad política puede conseguir, incluso, que el infierno quede en silencio en beneficio de todos, porque, créanme, será muy agradable disfrutar de las atracciones sin taladrarse los oídos con música ensordecedora

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