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Cómo es la vida de un feriante? Reportaje para el recuerdo.


Durante esta semana, La Línea disfruta intensamente de su Velada y Fiestas. Sin embargo, detrás de este divertimento, de las luces y el jaleo, de las atracciones y las casetas, hay muchas personas que trabajan para que este ‘cachondeo’ sea posible.
Precisamente, Calle Real ha paseado por el Recinto Ferial para conocer, de primera mano, a la otra cara de la moneda: los feriantes. Desde este medio nos preguntamos ¿cómo es la feria de un feriante? ¿Cómo es la vida de un feriante?
Un duro estilo de vida
Aunque el Real vive sus mejores momentos durante la noche, por el día también existe actividad. A primera hora de la tarde, cuando todavía pega el fuerte sol, los feriantes comienzan sus tareas: levantan puestos, limpian, recogen y preparan la faena para la nueva noche.
En general, los feriantes recorren una media de dieciocho a veinte ferias. La temporada empieza con la Feria de Abril en Sevilla y suele acabar entre octubre y noviembre.
Paqui, de Jaén y propietaria de un puesto de comida, nos explica que su día a día como feriante es tan duro como cualquier otro trabajo: “nos levantamos, hacemos la faena de la casa y luego nos venimos a abrir el puesto. Aquí ya estamos toda la tarde hasta que cerramos de madrugada”.
 
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Precisamente, lo curioso de este estilo de vida es que se nace con ello. Manuel, feriante cordobés nos contaba que “yo soy hijo de una tercera generación de feriantes, y la verdad es que no quiero esta vida para mis hijos. De hecho, mi hija este año acaba la carrera, y mi hijo va a empezar ahora. Así que me gustaría ser la última generación de feriantes de mi familia”, concluye serio y añade: “para mis hijos busco lo que cualquier padre, algo más estable, un sueldo, una casita para vivir, porque esto no es vida”

“Para hablar de La Línea hay que conocerla, aquí hay muy buena gente, aunque tenga la fama que tenga. Una gente muy amable, muy abierta, aquí todo el mundo es bienvenido”.

Estar fuera de casa, los horarios y los traslados son los comentarios más negativos. Cristina, una joven sevillana que trabaja en un puesto de ‘chuches’, en el que vende el famoso algodón de azúcar, coincidía “esto cuesta mucho porque no descansas apenas, son muchas horas, desde por la mañana hasta que cerramos a las tantas”. “Tienes que montar y desmontar de una feria para otra sin descansar, sin parar”, añade Simón, feriante sevillano que trabaja en un quiosco de helados.
Asimismo, entre estas críticas, destaca especialmente la de Francisco, feriante cordobés que se queja de la mala ubicación de su puesto (cerca de la piscina municipal), que desde hace años les está hundiendo el negocio. “Nosotros aquí estamos muy mal porque, desde que cerraron la salida del parking por aquí, desde la glorieta hacia aquí abajo no es que pase menos gente, es que no pasa nadie”, denuncia con preocupación. De hecho, Francisco nos explica que este año incluso ha escrito al Ayuntamiento sin que hayan podido ofrecerle una solución.
Además, muchos feriantes se quejan de la importante cantidad de impuestos que deben hacer frente, subrayando que la Feria de La Línea es una de las más caras con unos mil euros de tasas, mientras que en Algeciras rondan los 400 euros.
Buscando algo positivo
Sin embargo, no todo es negativo, hablando con estos feriantes tratamos de adivinar la nota positiva de este estilo de vida. Estefania, una joven feriante de Huelva, nos cuenta que “uno lo pasa bien aquí, termina acostumbrándose, tiene amigos. No puedo decir nada malo porque a mí me gusta esto”.
“En el pueblo no tenemos trabajo, así que esto es una salida”, explica Manuel. Algo en lo que también concíde Simón, “ganas un dinerito bueno que te llevas a casa, y tal y como está la economía siempre viene bien”.
Primeros días algo flojos
Para este grupo de feriantes, los primeros días de feria han sido bastante tranquilos y esperan que las ventas remonten en los últimos días. Manuel comenta que estos días le están pareciendo algo más flojos que el año pasado. “Más ambiente, pero la verdad que económicamente un poquito más flojo. Mucho público pero pocas ventas, quizás hasta un 20% menos”, apunta.
La Salvaora tiene encanto
Este es el primer año en la Feria de La Línea para Cristina, que nos explica que le ha asombrado el tamaño del Recinto Ferial, “no lo esperaba tan grande”. Además, Estefanía añadía entre risas, lo mejor de la Feria de La Línea es su playa, “que está aquí al ladito”.
Sin embargo, quien daba en la tecla y nos dedicaba unas bonitas palabras fue Manuel, que visita la Feria de La Línea desde hace cincuenta años. “Para hablar de La Línea hay que conocerla, aquí hay muy buena gente, aunque tenga la fama que tenga. Una gente muy amable, muy abierta, aquí todo el mundo es bienvenido”.
A pesar de las distintas dificultades, día a día estos trabajadores hacen posible que la feria esté a punto y luzca para nosotros, para que cada noche la disfrutemos intensamente.
 

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