info@starazona.com

Escríbenos un correo.

+34 963 963 500

Llámanos

La vida del feriante es dura, empiezas de cero cada día en un nuevo lugar


Amparo Monterrubio lleva cuatro décadas en el sector de las atracciones y afirma que a todos los empresarios les gusta ver felices a los clientes.
La feria. Niños y mayores esperan la llegada de las atracciones. Las ciudades se llenan de luz color y actividad, como ocurre estos días en Gandia. Pero los responsables de traer la alegría son aquellos que casi no duermen, que viajan centenares de kilómetros durante la noche para poder abrir su puesto allá donde van.
Es una vida dura, es cierto; pero qué no es duro hoy en día», estas fueron las palabras de Amparo Monterrubio, una veterana en el mundo de las atracciones valenciano. Lleva la feria, en su sentido más amplio, en las venas. No en vano, le viene de familia: «Mi abuelo ya regentaba kioscos de periódicos y golosinas en Burjassot». Ella lleva a sus espaldas cuatro décadas de trabajo. De ciudad en ciudad, montando y desmontando, a veces varias veces por semana.
Esta mujer instala cada año paradas en la Fira i Festes, una de ellas es la «grúa» como ella misma la denomina: «Son ganchos donde la gente intenta coger regalos. Damos de todo, desde peluches a tabletas». Amparo es alegre, pero disciplinada. Dice que la feria es para vivirla y disfrutarla y que a los que trabajan en este sector no les duelen prendas a la hora de sacrificarse: «Estamos las horas que haga falta, nos gusta hacer feliz a la gente y ver como sonríen tanto pequeños como mayores».
La feria, en las venas
Este feriante es hija de un mítico empresario de Valencia: «Mi padre era el ‘Terremoto’, todo el mundo le conocía y le quería». «Él comenzó de joven colocando un cajón en las ferias y vendiendo caramelos. Así pasaron los años y montó paradas de rifas. Sorteaba jamón, queso y vino. Fueron años de mucho trabajo». Ella cogió el testigo de su padre casi sin darse cuenta y se convirtió en una nueva generación de feriantes: «Desde que dejé el colegio ayude a mi padre en sus negocios y cuando me casé seguí con mi marido y con nuestras atracciones».
«El mundo del feriante es muy complicado. Es una vida dura porque has de renacer a diario, vuelves a empezar cada día de cero, pero en lugar distinto», explicaba Monterrubio. Ella hizo ayer una reflexión dentro de su caravana, unas horas antes de abrir su puesto. «Viajamos por toda España. En ocasiones cierras a las seis de la mañana en una ciudad y al día siguiente debes abrir en otra que está a 500 kilómetros. Pero esa es nuestra vida y no nos va mal». Monterrubio y su marido tienen varios negocios. Reconoce que el sacrificio se convierte a la larga en satisfacción.
«Este trabajo nos permite vivir bien cuando no estamos de feria y, sobre todo, nos ha permitido hacer grandes amigos». Allá donde va, aseguraba, tiene a gente que quiere, «no son feriantes son personas con las que hemos hecho amistad por distintas circunstancias».
Vamos a Bilbao, Ciudad Real, Tomelloso o Valencia, a las más grandes». Pero dijo que como las de Sevilla y Albacete no hay otras. «Son más fuertes y donde la gente más participa». De la de Gandia contó que es, sin duda, una de las mejores de la Comunitat, sólo por detrás de Valencia». «Aquí la gente lo vive y recibe a los feriantes con alegría. Son días de bullicio y fiesta y a nosotros nos gusta ver disfrutar a la gente».
 
 
etiquetas.: seguro para las atracciones de feria, seguro atracciones mecánicas, seguros para los feriantes